Monografico

Uno de los objetivos fundacionales de nuestra Asociación es es el de promover la edición de un manual en el que se reúnan y se pongan al día los trabajos que se han ido realizando en torno a nuestra historia y nuestra cultura. Un volumen, fácil de leer y de transmitir, en el que se analicen y se pongan al día todos los aspectos de una personalidad de la que somos herederos.

Desde esta página trataremos de coordinar trabajos y esfuerzos para recopilar toda la información necesaria y dar forma al proyecto. Agradecemos de antemano a todos nuestros colaboradores, y amigos, su atención.


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 - LOS CASTROS DE LA SERRANÍA BURGALESA



EL INICIO DE UNA JERARQUIZACIÓN TERRITORIAL DE GRAN PERDURACIÓN


Alberto Bengoechea Molinero* (*)

Arqueológico de Salas.

* bolchof@yahoo.es


RESUMEN

Nuestra comunicación repasa brevemente la Edad del Hierro en el sureste burgalés recurriendo a los materiales custodiados en el Museo de Salas de los Infantes y a los recientes trabajos de investigación. En ella se plantea el posible origen celtibérico de la jerarquización territorial en la zona. Los castros celtíberos implantarán un exitoso modelo que es mantenido por el imperio romano y se recoge en la primitiva organización altomedieval, perdurando en momentos posteriores.

PALABRAS CLAVE: Edad del Hierro. Castro. Celtíbero. Territorio.


ABSTRACT

Our communication makes a quick review of the Iron Age in the south-est in Burgos. We have used all the materialwhich are in the custody of the Museum in Salas de los Infantes as well as the recent works of investigation. In these notes we want to remark that the beginning of the territorial heirarchization in the area can be attributed to the Celtiberian Age. The celtiberic camps would introduce a successful model used in the nearby surroundings by the Roman Empire. This model would later appear in the high middle age organization lasting long after.

KEYWORDS : Iron Age. Castro. Celtíbero. Territory


SUMARIO 1. El marco físico. 2. Antecedentes de organización territorial en la zona. 3. El periodo celtibérico. 4. La pervivencia de la jerarquía, cambio y continuidad. 5. Conclusiones.


EL MARCO FÍSICO


El sureste burgalés es el espacio objeto de este trabajo, un espacio montañoso conocido genéricamente como “La Sierra”, espacio que coincide a grandes rasgos con el partido judicial de Salas de los Infantes. Sin embargo, el ámbito serrano excede las actuales demarcaciones político-administrativas, pudiéndose incluir en él el territorio riojano de Canales o la vecina serranía soriana de pinares, así nos acercaríamos a lo que fue durante la Alta Edad Media el Alfoz de Lara, un marco territorial que creemos engloba más adecuadamente una zona con gran personalidad que comparte similares características geográficas, históricas y culturales. La vinculación de los serranos permaneció durante la Baja Edad Media bajo el dominio de los condestables de Castilla y continuó durante la Edad Moderna mediante la trashumancia de ovejas merinas y la carretería. En la Edad Contemporánea destaca la participación de todo el territorio en las sublevaciones carlistas, participación que tiene mucho que ver con la defensa de unos centenarios usos comunales de explotación del territorio.

El territorio de la sierra de la Demanda se caracteriza por una elevada altitud media, en torno a los mil metros. La Sierra sirve de divisoria de aguas entre las cuencas del Duero y del Ebro, configurándose como un auténtico “islote húmedo” entre la Meseta y el valle del Ebro. Este espacio se ligará principalmente a la explotación ganadera, en su mayor parte trashumante, lo que le convertirá en marginal y refractario frente a las innovaciones experimentadas en los espacios agrícolas del llano, aspecto que destaca en los periodos celtibérico y romano.


Otra característica de gran influencia en el devenir histórico del territorio es su variedad geomorfológica y litológica (Moreno Peña, 1993, 6-10) . El espacio serrano es un espacio compartimentado, su auténtico eje de comunicación va a ser el río Arlanza, vía de penetración a través de la cual llegan las novedades de la Edad del Hierro, como demuestra el castro de Castrovido en Salas de los Infantes. A través del Arlanza se abren las tierras serranas a la Meseta por el suroeste y al territorio numantino por el noroeste, siguiendo la ruta que el medievalista Luciano Serrano llamó “camino de los pelendones”. Otra gran vía natural se abre hacia las tierras del noroeste a través de Lara, enlazando en época romana Nova Augusta con Tritium Autrigonum. Hacia el sureste se abre un corredor que comunica la sierra con Uxama, este corredor sigue aproximadamente el curso del río Lobos y en él se encuentran los castros celtibéricos de Hontoria del Pinar y San Leonardo. Por último, la vía Clunia-Tritium Magallum sigue los sinuosos caminos que, seguramente ya desde época celtibérica, van a comunicar las llanuras del Duero y del Ebro, faldeando los castros celtibéricos de Castrovido en Salas de los Infantes, La Cabeza en Huerta de Abajo y Canales de la Sierra.


Los caminos romanos serranos se acercarían a lo que Isaac Moreno Gallo (2006, 205) llama “caminos mulateros”, aptos para el tráfico de arriería, para el paso de carros en algunos lugares, y empedrados en ocasiones, aprovechando los tradicionales pasos de ganado.


La variedad litológica produce abundantes vetas minerales, tanto de cobre como de hierro, a flor de tierra. Las vetas de cobre se concentran en torno a Lara y las de hierro en plena Demanda, entre el valle de Valdelaguna y Valdecanales. Creemos que dichos afloramientos son responsables de la concentración de hallazgos de depósitos del Bronce Atlántico en la zona y del posterior éxito de la cultura celtibérica.


El clima serrano también ha influido mucho en el desarrollo cultural del territorio pues es un clima mediterráneo continentalizado muy extremo que entorpece el desarrollo de la agricultura.


Como se deduce de las líneas anteriores, la Sierra de la Demanda presenta unas características geográficas más acordes con la explotación ganadera, maderera y metalúrgica, actividades las primeras atribuidas tradicionalmente a los celtíberos pelendones, y menos proclive a una explotación agrícola avanzada, caso de la protagonizada por vacceos o arévacos.


ANTECEDENTES DE ORGANIZACIÓN TERRITORIAL EN LA SIERRA BURGALESA


Los primeros atisbos de control espacial aparecen durante el Neolítico, pequeños túmulos se emplazan sobre altos lugares desde donde pueden ver y ser vistos en una amplia zona, grandes túmulos situados en la confluencia de dos ríos parecen controlar el acceso a sus vegas, caso de Salas de los Infantes (inédito). Ambos aspectos son subrayados por M. Rojo para los túmulos del valle de Ambrona (Soria), aspectos potenciados en el periodo calcolítico (2005, 232 y 243).


Durante el Bronce Final, con la cultura de Cogotas I, se ocupan altos castros amurallados, como Yecla en Silos, que controlan visualmente espacios muy amplios y pasos estratégicos. Hay una ruptura clara entre los yacimientos atribuibles al Bronce Final y los atribuibles con claridad al Hierro I, ruptura que numerosos autores refieren a más elementos que el habitat (Delibes de Castro, 2001, 293-309).


La primera Edad del Hierro en la serranía burgalesa adolece de excavaciones y sobreabunda en confusión. Se han atribuido erróneamente al Hierro I yacimientos con materiales de clara filiación tardoantigua como Peñadobe en Quintanalara o la Cabeza de San Vicente en Monasterio de la Sierra (Bengoechea, 2003, 435 y 436). En Yecla de Silos también hay materiales tardoantiguos, Esparza sugiere la procedencia dudosa de algunos materiales (Delibes de Castro, 1988).


Los yacimientos se encuentran situados generalmente a más de 1200 metros de altitud, sobre altos espolones rocosos. La parte más visible son sus murallas. Los castros serranos burgaleses se diferencian de los sorianos por sus amplias superficies de varias hectáreas, no suelen presentar foso ni piedras hincadas, e incluso se encuentran restos de cerámica fuera de los recintos amurallados. La gran extensión de castros como Peñalara, Picón de Navas o Valdosa frente al tamaño, menor de una hectárea, de lugares como Las Alicantas, Soncarazo o Peñalamina en Canicosa de la Sierra (inédito), nos induce a pensar que se debe a su diferente importancia con relación al control del territorio y las comunicaciones. No obstante, creemos que la superficie de estos yacimientos no fue ocupada en su totalidad, alguna “muralla” pudo ser una cerca para guardar el ganado. Las cerámicas del Picón, realizadas a mano, muestran formas globulares y paredes verticales, fondos planos, algún pie anular y decoraciones con ungulaciones en el borde de labios poco destacados e impresiones digitales sobre cordones. Formas y tipo de pastas recuerdan a las definidas por Fernando Romero para los castros sorianos (1984, 24-31).


Presuponemos una actividad fundamentalmente ganadera para estos castros, aunque la presencia de grandes recipientes y molinos barquiformes nos alerta sobre la existencia de actividad agrícola, toda vez que en algunos de ellos se ha cultivado trigo en pequeñas cantidades hasta épocas recientes. En general, estos castros de altura no perduran durante el periodo celtibérico. El problema se ha tratado de explicar en la serranía soriana por su pertenencia a un grupo pelendón arrinconado por la expansión arévaca, responsable de los potentes niveles de incendio que hay en gran parte de ellos (Bachiller, 1987, 84). Nos inclinamos más por una cuestión económica. El mundo celtibérico presenta una cultura más avanzada y una economía más compleja que requieren otro tipo de asentamientos con mayor accesibilidad a las fuentes de recursos, caso de la agricultura de vega.


En la sierra burgalesa se encuentran varios castros ocupados durante el primer hierro que continúan su vida en el periodo celtibérico, caso de Los Ausines, Arauzo de Torre, Salas, Peñalara, Hortezuelos y Quintanilla del Coco. Los Ausines y Arauzo se encuentran en los bordes de la serranía, en contacto con la cuenca sedimentaria, y por ello presentan una cultura más acorde con el Soto de Medinilla. Salas muestra influencias del Soto y de la cultura castreña soriana. En momentos iniciales del celtibérico pleno aparecen cuencos y vasos trípodes realizados a mano, de buena pasta y fino acabado, decorados con triángulos rellenos de líneas incisas separados por bandas de hoyuelos impresos, anunciando la existencia de grupos culturales regionales con gran personalidad que apunta Lorrio en su tesis (1995, 402). Esta cerámica parece ser el equivalente local de las producciones peinadas vacceas y una manufactura original de Castrovido, fragmentos similares han aparecido en Hontoria, Arauzo y Los Ausines, e incluso en la necrópolis de Las Ruedas en Padilla de Duero (Sanz Minguez, 1998, 146). Estos castros bien pudieron recoger la población de los cercanos castros de altura, caso de Hontoria con el Picón de Navas o de Los Castros con Valdosa. Las Alicantas de Salas bien pudo ser una pequeña dependencia de Castrovido establecida para controlar el paso a Valdelaguna y La Rioja.


EL PERÍODO CELTIBÉRICO


En los últimos años se han realizado numerosos estudios territoriales sobre la Edad del Hierro en la Meseta o el valle del Ebro. Las investigaciones descubren ciertas pautas comunes, tales como un poblamiento concentrado con indicios de jerarquización y una cierta organización urbana (Burillo, 2007, 193-234). El territorio situado al sur de la sierra de la Demanda tiene sus paralelos más cercanos en los mundos arévaco y vacceo. Las pautas de poblamiento celtibérico en la zona van a mostrar un proceso de concentración de la población en un reducido número de grandes poblados. Poblados que controlan amplios territorios con recursos muy variados, algunos de los cuales podríamos calificar de oppidum, con características semejantes a las que aparecen en el valle medio del Duero (San Miguel, 1993, 21-65) y que desglosaremos en las siguientes líneas. En el ámbito serrano contabilizamos once yacimientos celtibéricos, casi la mitad de ellos se encuentran en el límite territorial. Los Ausines, Arauzo y Clunia en contacto con la cuenca sedimentaria. Canales de la Sierra mirando hacia el valle del Ebro y el Alto del Arenal, en San Leonardo, abierto hacia Uxama y Numancia en el Alto Duero. Todos ellos se caracterizan por sus grandes dimensiones, pero con una gradación de tamaño que tiene relación con el entorno en que se asienta y la distancia al castro más próximo.


El castro más grande es Clunia, que supera ampliamente las 20 Ha, Peñalara cuenta con más de 14 Ha a las que se pueden sumar las cuatro de la cercana Muela, Castrovido suma más de 10 Ha, los tres controlan amplias llanuras aluviales. Canales de la Sierra, con más de 13 Ha y Alto del Arenal, con más de 15 Ha, no tienen tantos recursos agrícolas, pero sí un amplísimo territorio de pastos, bosques y minas.


Creemos que algunos castros de menores dimensiones también tienen menor entidad “política” y económica, pudiendo depender de los poblados anteriores. Este sería el caso de Arauzo, con 4 Ha, a tan solo 7 Km de Clunia. También Hontoria, con 3 Ha, podría depender de San Leonardo, a 8,5 Km. El castro de La Cabeza en Huerta de Abajo, con más de 6 Ha, podría depender de Canales, a 12,5 Km de distancia. Cuanto mayor es el castro y, posiblemente, más se acerca a la categoría de ciudad, mayor distancia hay respecto a los otros grandes castros. Así Clunia se sitúa a 18 Km de Sekobirikes, Pinilla Transmonte, a 27 de Salas, a 30 de San Leonardo y a 54 de Peñalara, Otros castros más pequeños también se sitúan a considerable distancia del gran centro jerárquico, Pico Castro en Hortezuelos, 5 Ha, a 14 Km y Hontoria a 21. Entre Castrovido en Salas y Peñalara median 24 Km, 25 dista Salas de Los Castros, 23 de Pico Castro, 28 de Hontoria y 18 de La Cabeza. Estas distancias, tomadas de acuerdo a los antiguos caminos romanos, se ajustan muy bien a los tramos de valle y montaña controlados probablemente por cada poblado. Aún contando con la tormentosa orografía serrana se entrevé cierta regularidad en ellas.


Queda una zona vacía, la alta sierra de Pinares, bien por falta de prospecciones, bien por su carácter boscoso y montañoso. La posible vía a Numancia, con yacimientos romanos en Salas de los Infantes, Castrillo de la Reina (inédito) y Palacios de la Sierra, nos inclina a pensar que puede haber un castro en este último.


No conocemos la organización interna de los poblados. En Castrovido y Arauzo intuimos la presencia de calles a partir de las fotografías aéreas, las manchas de tierra cenicienta y la densidad de los hallazgos superficiales. Algunas hiladas de adobes también sugieren la presencia de casas rectangulares, presencia documentada en el caso de Lara. El modelo de vivienda es similar al de La Hoya o al de Numancia, pues los restos de piedra, adobe y huellas de madera carbonizada sugieren casas con zapata corrida de mampostería en piedra con alzado de entramado en madera y adobe. Lo atestiguan el molde de una tabla en un enfoscado de Hontoria y los restos de postes carbonizados en Castrovido. Este es un modelo constructivo que remarca el carácter y fuerza de la celtiberización, pues se utiliza el adobe en lugares como Salas, Huerta de Abajo, Lara u Hontoria, donde la arquitectura tradicional es totalmente pétrea.


Las estructuras arquitectónicas más destacables son las murallas. Estas se adaptan a la orografía del lugar, pero también parecen responsables del aspecto aterrazado del terreno en Castrovido o el Alto del Arenal. Pico Castro tiene una muralla en talud que descubre un doble paramento relleno de cascajo, la muralla se interrumpe junto al cortado rocoso, por lo que suponemos que en ese lugar de paso más complicado se encontraba la puerta. Un deslizamiento de terreno en Castrovido puso al descubierto parte del mampuesto de la muralla este. En la Cabeza y Canales parece haber dos recintos, suponemos que más antiguo el menor, como sucede en el oppidum de los Rodiles (Cerdeño, 2008 ) y otros castros celtíberos. La potencia de estas murallas se combina con la gran altura de la mayoría de estos castros sobre el nivel el valle, sobresaliendo más de 100 metros en la Cabeza, La Muela de Lara, El Arenal o la primitiva Clunia. Castrovido, Arauzo de Torre o Los Ausines levantan poco más de 20 metros sobre el nivel de la vega, quizás porque interesa más su explotación que la defensa.


Los emplazamientos celtibéricos serranos se sitúan junto a las mejores tierras de cultivo, de clase II en Arauzo, Clunia y Hontoria, o de clase III en Lara, Hortezuelos y Salas. En Huerta de Abajo y Canales las tierras son peores y más escasas, factores compensados por una dedicación predominante a la ganadería y a la explotación minera, como se deduce de la tradición trashumante y ferrera de Valdelaguna y Valdecanales. Pico Castro en Hortezuelos y Castrovido en Salas pudieron tener hornos de fundición, las tortas de escoria son asimismo muy abundantes y además en ambos lugares hay pequeñas vetas férricas que se pueden explotar a cielo abierto. La escoria presente en todos los yacimientos serranos ratificaría las afirmaciones de numerosos autores que creen en la actividad de pequeños talleres metalúrgicos y variados focos de explotación (Esparza, 92, 262).


Los castros celtibéricos serranos no tienen relaciones de intervisibilidad como los adjudicados a la primera Edad del Hierro, pero ejercen un efectivo control visual sobre los recursos del entorno. Desde su altura se controlan las fértiles vegas situadas a sus pies, los vados fluviales, los principales caminos y las vías pecuarias. Destacan los casos de Peñalara y Clunia, con una visibilidad de más de 180º sobre su entorno.


Durante el periodo histórico las grandes cañadas nacen en torno a Canales y La Cabeza para dirigirse hacia el valle del Duero por las zonas de Lara, Salas de los Infantes o San Leonardo. Pasaban por las cercanías de Clunia y, cruzando el Duero en la zona de Aranda, se dirigían hacia la serranía segoviana. De no existir una trashumancia, si pudo haber una rasterminancia veraniega hacia los pastos de mayor altitud, Lara y Castrovido pudieron mandar sus ganados hacia las cumbres del Mencilla y La Campiña, como han hecho hasta tiempos recientes.


En la sierra de la Demanda la agricultura tradicional ha sido de subsistencia, por lo que el poblamiento celtíbero concentrado y estable a lo largo de cientos de años ha de ser producto de las mejoras técnicas celtibéricas (herramientas, abonado, o regadío en huertas), pero también de la especialización ovina y del comercio del hierro. La importancia de la ganadería puede ser un factor explicativo de los amplios “espacios vacíos” entre yacimientos, pues así se facilita el deambular de los ganados y se evitan las frecuentes disputas y enfrentamientos que causa traspasar los términos del vecino.


Con reservas, consideramos posible aventurar el trazado aproximado del territorio controlado por cada poblado celtíbero serrano en función de su tamaño, situación geográfica frente a valles y vertientes de aguas, la historia del lugar con los límites de términos municipales o las relaciones entre pueblos y aldeas, e incluso de las tradicionales relaciones y movilidad entre los individuos autóctonos por causas comerciales, laborales, festivas o religiosas. Nos interesa recalcar que los límites de términos municipales y comunales no han variado prácticamente desde la Alta Edad Media (Sánchez Domingo, 2007, 64). No creemos que sea una casualidad que los lugares con mayor control territorial durante periodos históricos como Lara, Salas de los Infantes o Canales, sean los que alberguen los mayores castros celtíberos. Castros menores como Arauzo de Torre u Hontoria del Pinar dominarían pequeños tramos de valle y sus montes adyacentes en sectores de unos 15 Km.


Para acabar este apartado queremos referirnos al pueblo que habitó estos yacimientos. Tradicionalmente se consideraba la serranía burgalesa como un territorio ocupado por los pueblos turmogo y vacceo. Recientemente A. Ocejo ha propuesto una reinterpretación de las fuentes clásicas y la ubicación en esta zona del pueblo pelendón (1995, 477-493). Las cumbres de la Demanda marcarían la frontera con Autrigones, Berones y Turmogos, Los Ausines limitarían con turmogos y vacceos respectivamente, al igual que Los Castros de Quintanilla del Coco con los vacceos de Solarana. Los montes entre Cervera y Huerta del Rey servirían de límite con los arévacos de Clunia y Arauzo de Torre. Creemos muy posible una expansión de la cultura e influencia arevacas desde Clunia a todos los poblados de la zona. Para F. Burillo el territorio pelendón se situaría entre el alto Duero y el alto y medio Arlanza , su parte baja ya estaría ocupada por los vacceos (Burillo, 1998, 198). Este desplazamiento del pueblo pelendón desde la serranía soriana oriental hacia la más occidental y la burgalesa cada día es aceptado por más autores, nvestigadores que insisten en la identificación de Lara con Nova Augusta. Otras ciudades pelendonas podrían situarse en Canales, Salas o San Leonardo.


Respecto a las relaciones entre pelendones y pueblos vecinos, preferimos rechazar la belicosidad y adherirnos a la interesante teoría que apunta Julio Escalona según la cual esta etnia de origen antiguo y rasgos retardatarios se vería influida por la expansión arévaca gracias a la “uxorilocalidad”. Es decir, la estructura parental serrana, a tenor de lo que sugieren las estelas de Lara, sería de base matrilineal, por lo que se “importarían” maridos de la zona arévaca, guerreros celtibéricos, que ejercerían un papel destacado en la parentela de sus mujeres, creando una aculturación que acabaría con la absorción política de la región por el agregado étnico arévaco (1995, 180).


Creemos lógico que un territorio que comparte rasgos de todo tipo durante siglos haya sido ocupado por el mismo pueblo celtibérico.


LA PERVIVENCIA DE LA JERARQUÍA, CAMBIO Y CONTINUIDAD


Los castros celtíbéricos de la serranía fueron erigidos en los lugares con mejores condiciones de habitabilidad. Configuran un modelo uninuclear, con la población concentrada en ellos, la prospección no ha descubierto núcleos menores entre ellos, el modelo es similar al de la cuenca sedimentaria del Duero (Sacristán, 2007, 49). Los lugares centrales para esta zona parecen haber sido Clunia y Lara, seguidos en menor medida por Canales, Salas y San Leonardo. La irrupción de la cultura romana en este ámbito supone un traslado de población a zonas cercanas, no el abandono de un entorno que ofrece inmejorables condiciones de vida. Los romanos acercan la población celtíbera a las vías de comunicación, aprovechando la preeminencia de los grandes castros y la influencia de las jerarquías indígenas para controlar el territorio desde unos nuevos centros de poder situados en las cercanías de los anteriores.


El modelo romano potencia la concentración de la población en torno a los núcleos de Clunia y Nova Augusta (Lara). En estas ciudades pervive cierto indigenismo en la cerámica pintada o en la epigrafía, seguramente producto de la influencia de las élites indígenas locales. Alrededor de ambas van surgiendo numerosas villas y granjas cuyo número va disminuyendo conforme nos alejamos de ellas. Los Ausines, Salas, Hontoria y Arauzo ofrecen escasos ejemplares de cerámica celtibérica tardía, correspondiendo el grueso de sus producciones al periodo celtibérico clásico. De todos los castros serranos únicamente el de Castrovido en Salas ofrece cerámica sigillata. Evidentemente, la población continúa en el castro de Canales, pero la falta de excavaciones impide calibrar su evolución e importancia. Donde no aparece material romano, como Arauzo, Hortezuelos, Quintanilla del oco, Hontoria del Pinar, San Leonardo o Huerta de Abajo, la población pudo trasladarse a los cercanos yacimientos romanos, como es el caso de la Clunia celtíbera asentada en Los Castrillos que se traslada al Alto del Castro. Durante el Bajo Imperio Clunia y Nova Augusta languidecen, pero no desaparecen. Numerosas villas permanecen en activo y algunas se convierten en auténticos centros de producción alfarera. El esplendor agropecuario del Bajo Imperio se verá protegido por estratégicos recintos fortificados como Peñadobe, Peñalara, Ura, Yecla o Cabeza de San Vicente. Los castros celtibéricos de la zona no presentan ocupación tardorromana, con la excepción del asentamiento militar que ocupa a parte este de Peñalara.


La red jerárquica que se perfila a través de los yacimientos celtíberos y sus vías de comunicación se asienta con la dominación romana y será potenciada durante la Alta Edad Media mediante la organización alfocera de época condal. Para el ámbito que nos ocupa las dos antiguas civitates, Clunia y Lara, retoman su importancia como cabeza de sendos alfoces con gran amplitud territorial, a su alrededor se instauran los pequeños alfoces de Ausín, Ura, Tabladillo, Huerta del Rey, Hontoria y Barbadillo. Clunia y Lara se encuentran entre los más importantes alfoces burgaleses. Clunia llega a contar con 65 pueblos y más de 80 despoblados, Lara con 55 pueblos y más de 70 despoblados (Martínez Díez, 1987, pp.171-258). Una buena parte de estos alfoces, como luego veremos, tienen su cabecera en las cercanías de un antiguo castro celtíbero. Este fenómeno se repite en otros lugares burgaleses o sorianos. También en Segovia buena parte de las cabezas de Comunidades de Villa y Tierra parecen haberse situado sobre los antiguos centros jerárquicos celtíberos (Blanco, 2006, 37).


Clunia desplaza su centro a la cercana Coruña del Conde. Desde el palatio de Clunia los funcionarios del conde de Castilla gestionan la explotación de las tierras condales. La palabra palatio se repite en numerosos documentos medievales y hace referencia a un centro de poder con raíces muy antiguas. La adquisición de este lugar por parte de un noble le otorga el derecho a ejercer privilegios fiscales y judiciales sobre un amplio territorio, territorio que suele coincidir con el del cercano castro celtíbero o su sucesor romano.


En Salas de los Infantes, la adquisición delpalatio o casa fuerte de Salas por el condestable de Castilla le otorga derechos sobre más de 12 pueblos entre el río Pedroso y Palacios de la Sierra. Este palatio se encontraba en el centro de Salas, a medio camino entre el castro de Castrovido y la villa romana. Álvarez Borge sugiere la existencia e un alfoz en Salas basándose en su papel centralizador sobre el Arlanza medio (1993, 55,56).


Lara continúa siendo un centro jerárquico durante el periodo visigodo, como demuestra la iglesia de Quintanilla de las Viñas (Escalona, 1995, 273). En la Alta Edad Media Lara se transforma en centro del poder condal, con el castillo del conde situado junto al recinto celtibérico de La Muela y el palatio sobre Nova Augusta. Este gran alfoz abarcaba toda la tierra de Lara más los cursos medio y alto del Arlanza.


Los Ausines también se convierte en cabecera de un pequeño alfoz, alfoz regido desde la Peña del Castillo, junto al yacimiento celtibérico.


Canales de la Sierra constituye el alfoz más oriental de Castilla, agrupa alrededor del río Najerilla el territorio de Valdecanales y las Cinco Villas. El palatio se situaba probablemente a los pies del castro.


En la alta sierra de la Demanda es Valdepez, y no Huerta de Abajo, la cabeza del alfoz,  se ha comentado la existencia de un posible yacimiento celtíbero en el Cancho de San Miguel, pero no está probada. No hay torre en Valdepez y sí en Huerta, justamente sobre el castro. Además, la cercana ermita de la virgen de la Vega, situada sobre el campamento romano que controlaba la vía Clunia-Tricio, se convierte en cabecera de la llamada Comunidad de Patria, junta de territorios comunales de varios pueblos, de manera similar a Salas de los Infantes, cabecera de la junta de ledanías de varios pueblos.


Hontoria del Pinar también se convierte en cabecera de un pequeño alfoz cuya torre se encontraba en un altozano parejo al del castro. Teóricamente San Leonardo dependería de este alfoz, pero actualmente autores como Álvarez Borge o Ernesto Pastor se inclinan por la posibilidad de una cabeza alfocera en Arganza (Pastor, 1996, 203,204), calificada como civitate a mediados del siglo VIII, a poco más de un Kilómetro del castro del Arenal en San Leonardo.


Silos es el centro de una importante merindad medieval, a escasos kilómetros se encontraba la cabeza del alfoz de Tabladillo, sobre el yacimiento romano de Santa Cecilia. Es posible que este yacimiento corresponda con la bajada al llano de la población de Los Castros.


CONCLUSIONES


El poblamiento celtibérico en la vertiente sur de la sierra de la Demanda se encuentra entre los más desconocidos del Sistema Ibérico pese a ser uno de los primeros territorios en investigarse, principalmente Lara y Clunia. Este desconocimiento se debe a la ausencia de excavaciones sistemáticas de gran calado.


Sin embargo, a través de las informaciones de la Carta Arqueológica el partido judicial de Salas de los Infantes, de los últimos inventarios arqueológicos y del material conservado en el Museo de Salas de los Infantes, podemos hacernos una idea bastante aproximada sobre el poblamiento y la cultura celtibérica en el territorio serrano.


Clunia, situada a las puertas de la sierra, y Lara, en el corazón del territorio, van a ejercer el papel de núcleos jerárquicos centrales desde los que se controlan otros núcleos secundarios como Arauzo de Torre o Los Ausines. Asimismo otros centros de menor rango como Canales de la Sierra o San Leonardo de Yagüe han podido ejercer algún tipo de tutela sobre los cercanos castros de Huerta de Abajo y Hontoria del Pinar.

La organización territorial altomedieval parece reflejar una cierta pervivencia del  modelo de organización territorial inaugurado en el periodo celtibérico pues las porciones de valle y montaña o las distancias entre núcleos jerárquicos se asemejan, habiendo además una continuidad a lo largo de la historia, asentándose los nuevos núcleos rectores en las cercanías del antiguo castro celtibérico.





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Sanz Minguez, C., 1998, “Los Vacceos: cultura y ritos funerarios de un pueblo prerromano del valle medio del Duero”, p. 146.

Sánchez Domingo, R., 2007, “Los ordenamientos jurídicos locales de la Sierra de la Demanda. Derecho histórico, comunalismo y señoríos”, p. 64.




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Bengoechea

ALBERTO BENGOECHEA

Salas de los Infantes


Alberto Bengoechea Molinero Nace en Salas en 1962.


A los trece años ya es cofundador del Colectivo Arqueológico de Salas. Impulsor del Museo de Salas y del estudio paleontológico y etnográfico de la Comarca.


Cursa Geografía e Historia en la Universidad de Burgos y se especializa en Arqueología en la Universidad de Valladolid. Hoy ejerce como profesor de Historia en la Universidad de Valladolid.





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