articulos

Los carreteros y el mar: una lectura política

(Burgos-Pasajes, 2016)


carreteros_burgos


Mucho antes de que el nacionalismo foral vizcaíno impusiera su bandera anglófila y su concepto de Euskal Herria, antes de que el iluminado burgués Arana visualizara la diferencia entre vascos y castellanos en su forma de andar, de bailar, o en sus graciosos “ocho apellidos” autóctonos, Bilbao y San Sebastián eran una salida natural de Castilla al mar. Las familias vascongadas, siempre nobles, leales y fieles a la Corona, disfrutaban del trasiego de materias primas y mercancías que alimentaban sus proyectos. De la misma forma utilizaban esta ruta natural para llevar la costa hasta la meseta. Así, se convirtieron en una de las comunidades más influyentes del viejo reino. En los últimos tiempos, especialmente con la industrialización del XIX, homogeneizados en un carlismo conservador, ultra-católico y machista, y en una reconstrucción histórica y lingüística casi subjetiva, han ido materializando sus diferencias con los vecinos con quienes, y nunca mejor dicho, otrora habían compartido el pan y la sal, entre otras cosas.


La Real Cabaña de Carreteros, heredera genética de la trashumancia, de la madera y la resina, del vacuno y la carretería céltica, entró a formar parte del entramado que los Reyes Católicos diseñaron para la comunicación y el intercambio entre los lugares peninsulares. En sus rutas, cientos de kilómetros que unían, a cencerreante ritmo de buey, ciudades como Bilbao, Barcelona, Madrid, Sevilla… y cientos de poblaciones a su paso. Una fórmula que garantizaba la salida de las producciones locales, proporcionando estabilidad y progreso, al tiempo que se asistía y enriquecía a los lugares de destino. Hay que adentrarse un poco en la dinámica de esta Hermandad para hacerse una idea de su trascendencia en el mercado, el intercambio, el desarrollo, los desastres o las guerras.

Es como si en estos días pudiéramos presenciar el encuentro de dos mundos. Por un lado, un pueblo que crece y se recrea, por mor de sus dirigentes, en la diferencia, en el desapego, el privilegio, y el desconocimiento de una realidad común inducido ahora desde la escuela y, por otro, el testimonio de la actividad de una Comarca, de un pueblo orgulloso, noble y solidario, que languidece en una economía que ha restado importancia a sus recursos, a su aportación histórica, premiándole con una despoblación latente.

Pero la historia, al mismo tiempo que manipulable, es también testaruda. Su sombra es alargada. Y ni políticos, ni asociaciones, ni viejos o niños, pueden evitar echar la vista atrás y redescubrirse mano con mano, tradición con tradición, incluso sangre con sangre.

Albaola, una asociación que trata la relación de los vascos con el mar, dispone de un fondo de la Unesco para la reconstrucción fiel del ballenero San Juan (que no Donibane), fabricado en 1563 en Pasajes (retitulado Pasaia) y hundido en Terranova. En este admirable proyecto y en su memoria es preciso reconocer cada paso, cada proceso. Desde la ingeniería a la financiación, fabricación de elementos y accesorios, la tala del árbol idóneo, su precisa colocación y su impermeabilización. La “Cabaña Real de Carreteros”, Burgos-Soria, es hoy una asociación que trata la relación de los serranos con la carretería fundamentalmente, pero también con la pervivencia del ganado autóctono, único, y con las actividades que llenaban los carros de valiosas mercancías. En la coyuntura entre la fabricación y la provisión, estas dos asociaciones se encuentran en una ruta que une la Sierra con el mar. Dieciocho días.

Los carreteros atraviesan las poblaciones perseguidos por los móviles y pasan, y posan, con gallardía y afabilidad junto a los símbolos de la ruptura. “Independentzia”, “Presos a casa”, “Alde hemedik” (“Fuera de aquí”) y a la omnipresente bandera siderúrgica. También en Navarra. Los lugareños los reciben con emoción, con admiración y cariño, regalándoles el saludo más fascinante que alguien pueda dirigir a alguien: el “aurresku”. Se comparten un pincho de chistorra, un trago de vino, la palabra, la música o la fotografía. Y la memoria.

La llegada a San Sebastián (ya también Donosti) significa el final de la ruta. La escenografía es aún más espléndida. La camisa serrana se hace representativa en las confluidas calles de la “Bella Easo”, el consistorio representa un folclórico saludo (deberíamos haber llevado a “las serranitas”), y el carnavalesco “zanpantzar de Ituren”, también en Navarra, adaptado y adoptado como representación festiva y folclórica del “nuevo estado”, ameniza el encuentro otra vez a ritmo de cencerro.

Todos los marcos, todas las fotos, tienen su lectura. Y su proyección. No debe resultar fácil llevar adelante proyectos como este y hacer confluir objetivos comunes que, al final, representan a un montón de nombres propios: asociaciones, ayuntamientos, avituallamientos, grupos folclóricos, ganaderos, colaboradores, acompañantes, carreteros de profesión, y “Torito y Chaparro”, verdaderos protagonistas. Todos tendrán su apreciación, sus conclusiones. Y es muy posible que, en la mayoría de los casos, lo más valorable sea el encuentro en sí mismo.

En las circunstancias presentes, en las que todo es cuestionable, en las que todo entra en crisis, en las que nuestros políticos recurren diariamente a la palabra “cambio” sin cambiar,sería bueno convenir en que el único cambio posible, por necesario, es el del encuentro. Mejor dicho, el del reencuentro. Desde el camino, desde la calle, desde los niños. A todos los niveles. Quizá para evitar que los malos augurios que se ciernen sobre España, Europa, o el mundo entero, nos pillen de espaldas a unos con otros, casi sin querer.

A todos los que han hecho posible esta ruta carretera, muchas gracias.

Santy San Esteban



Saludo en el Ayuntamiento de San Sebastián


.pdf

.PDF


   ALBAOLA - ENEKO GOIA, ALCALDE DE SAN SEBASTIÁN


*   *   *


+Artículos


Facebook          WhatsApp


Pelendonia.net
Pelendonia.net

Contacto@AltaSierraPelendona.org Contacto@ASP.org