Jesús Rodríguez Ramos
Dpt. de Ciències de l’Antiguitat i
de l’Edat Mitjana, U.A.B.
Cuando se investiga una lengua de conservación
epigráfica cuya escritura puede transcribirse bien pero cuya lengua
es ininteligible, como es el caso del íbero, es lógica la búsqueda
de regularidades morfológicas que denoten clases de palabras, es
decir, el intentar identificar paradigmas gramaticales. Claro que el
aspecto concreto varía según el tipo de lengua, si es flexiva o
aglutinante, si posee afijos o flexión interna, etc., pero esto
actualmente es prematuro.
Nuestro conocimiento de las clases de palabras en
íbero no es nulo, pero sí bastante escaso[1].
Conocemos relativamente bien los formantes onomásticos[2],
que normalmente forman el nombre propio en grupos de dos. Ello no
implica que todos ellos tengan que pertenecer a una misma categoría
gramatical, puesto que en otras lenguas con composición nominal
bimembre similar no solo los forman substantivos,incluidos los
verbales, sino también elementos de diferente clase gramatical como
proverbios, adverbios y sufijos derivativos, e incluso
ocasionalmente verbos. Con todo, no es menos cierto que merced a la
identificación de los onomásticos conocemos una serie de sufijos
(como -ka, -te, -en, -ku o -e)
que coinciden en poder unirse a un nombre propio.
En un terreno ya menos seguro Untermann (1990,1:
180ss) propuso un posible "paradigma pronominal" sobre lexemas
breves, que básicamente parecen afines a los nombres al poder
compartir con estos el uso de sufijos como el -ka / -ika o
el -te / ite.
Tras esto pueden citarse algunas propuestas recientes, ya más
especulativas.
Así Untermann sugiere tomar las formas en -_oke como
sufijo formando sus antecedentes los núcleos lexemáticos (tales como bite-
/ biti-, e-,iti- u ote-).
Por otra parte el criterio de que los segmentos que presentan
aspecto complicado o gran variedad de sufijos puedan ser verbos ha
sido utilizado por Silgo (1996: 301) y, en menor medida, por
Untermann (1993: nota 21) quien sugiere que base_, ba_ir, bite_, borar, ekiar y e_iar sean
segmentos verbales. El criterio tiene cierta lógica, sobre todo para
lenguas indoeuropeas (aunque pienso que en lenguas como el turco
daría resultados inconvenientes), pero presenta un serio
inconveniente cuando se aplica a inscripciones epigráficas de escasa
longitud. Estos textos suelen dar informaciones repetitivas y no se
dedican a conjugar verbos en todas sus personas y tiempos posibles.
Así como en la epigrafía latina se sobredimensionan formas como el
'fecit', 'dedit', 'vixit', 'curavit', en las epigrafías conocidas
hay una gran tendencia en los textos breves a usar un equivalente a
la 3ª ps. sg. de un pretérito. Finalmente otra propuesta de
identificar verbos ha sido la idea de Untermann (1993: 99) de que a_e- / a_i-sea
un preverbio y permita considerar que los términos que prefija sean
verbos.
Por mi parte, ya antes de que se pusiera de moda
la búsqueda de paradigmas verbales, me había llamado la atención el
que alguno de los términos más habituales en la epigrafía íbera
solía aparecer dentro de un mismo orden sintáctico (siguiendo a un
nombre propio sufijado con -te,
a menudo en inicio de inscripción) así como que mostraba cierta
similitud morfológica (inicio e-/i- con
la ya documentada alternancia final -r / -n).
Me basaba principalmente en los conocidos ekiar, iunstir y ebanen,
para los que ya se había propuesto una traducción como verbo
equivaliendo respectivamente al latín ‘fecit’, ‘licet’ y ‘curavit’.
La idea tenía a favor tanto el que en íbero se documentase con
claridad la alternancia en finales r/n como una serie de posibles
paralelos, en posición similar, de formas como esati_an, _alir, eba_iren o eba_en.
Por otra parte, aunque como modelo morfológico me inspiraba en la
forma de los nombres verbales vascos, lo consideraba más como un
paralelo tipológico que como una relación genética, al respecto de
la cual era más bien escéptico[3].
Sin embargo, posteriormente, los primeros resultados de la
comparación del posible paradigma reconstruible por el análisis
interno, junto con la aparición del vocablo ekien en
el mosaico de Andelos, que confirmó la interpretación de ekiar como
marca de autoría y permitió un enlace morfológico con ebanen,
inducen a pensar que la interpretación vascoibérica de este
paradigma sea viable.
Los
elementos principales ekiar, ebanen, iunstir y _alir :
Estos tres términos han sido estudiados
detalladamente en numerosas ocasiones por lo que nos limitaremos a
los principales testimonios[4].
Los tres coinciden en soler acompañar a onomásticos (que en los
ejemplos marcaremos con mayúscula inicial).
1)El término ekiar es
conocido de hace tiempo y ya Beltrán y Gómez Moreno[5] propusieron
su comparación con el vasco ‘egin’ “hecho”, comparación que, aunque
hecha simplemente por semejanza, tenía cierta consistencia por: la
frecuencia del vocablo; localizarse en soportes en los que tendría
sentido indicar quién lo ha fabricado; y ser precisamente esta
indicación algo frecuente en las epigrafías protohistóricas. Casos
significativos serían la moneda saguntina A.33.2 Arsbikis-ku
ekiar que indicaría
el magistrado encargado de la acuñación; el fragmento de pieza de
hueso F.15.1Ne_setikan-tekiar-i;
la falcata saguntina ¿Ta_?]banbalkes-te
ekiar[6];
o su aparición frecuente en las cerámicas pintadas de Liria, por más
que el que en la pieza F.13.3 se encuentre tres veces puede dar
problemas de interpretación. Sin embargo, la confirmación definitiva
de que ekiar es
un predicado que asociado a un onomástico indica que éste es el
autor del soporte de la inscripción son dos mosaicos de hacia el 100
aC:
Caminreal E.7.1 (=K.5.3) Likine-te
ekiar useke_teku
Andelos K.28.1 Likine
Abulo-_aune ekien bilbilia_s
En las que Likine sería
el nombre celtíbero Likinos escrito
en íbero, Abulo correspondería
al celtíbero Abulu,
mientras que los términos finales refieren claramente a la ciudad de
Ossicerda y a la de Bílbilis, ambas lejanas tanto de Caminreal como
de Andelos. Es bastante claro que indica que ambos mosaicos son
producto de Likinos[7] que,
en mi opinión probablemente era el empresario dueño del taller
musivario que tenía oficinas, subtalleres, tanto en Ossicerda como
en Bílbilis.
Puede concluirse consecuentemente que ekiar es
una marca de autoría, un predicado verbal que tanto puede ser
equivalente a “hizo”, como “hecho (por)” u “obra (de)”. Obsérvese
que el ‘sujeto’ aparece a menudo “sufijado” con te,
pero que éste no es obligatorio y, en principio, no se observa
diferencia entre que tenga o no tal “sufijo”. Tampoco hay que
olvidar que, si bien es frecuente que te se
encuentre en la segmentación como sufijo del onomástico, en otras
ocasiones se encuentra segmentado como prefijo del término
siguiente.
2) En lo concerniente a ebanen,
con variantes como eban o teban,
siempre se ha observado que se relaciona exclusivamente con
inscripciones sobre piedra (Untermann 1984), ya sean éstas estelas
funerarias u obras monumentales; como sería el arquitrabe saguntino
bilingüe F.11.8 y posiblemente el fragmento hallado en el teatro de
Sagunto (Mayer y Velaza 1996). También se ha indicado que siempre
aparece junto a dos onomásticos[8].
Naturalmente en las inscripciones sepulcrales esto puede
interpretarse de dos maneras: o bien la relación entre los dos
nombres, que sería lo que indica ebanen,
es de hijo a padre (traduciéndose pues como ‘hijo’), o bien de
dedicante a dedicado (traduciéndose como verbo del dedicante:
‘construyó’, ‘hizo hacer’ o similar). A partir de la aparición de un
nuevo fragmento de F.11.8 que permitió ampliar tanto la línea íbera
como la latina de la bilingüe saguntina a
M. F]ABIUS M. L. ISIDORUS COERAV[IT
]ito_ × tebanen × otar × koroto[
Untermann (1984: 172s) indica que ]ito_ correspondería
a ISIDORUS (verosímil aunque se esperaría ]ito_e)
mientras que tebanen sería
definitivamente el verbo del dedicante, equivaliendo a ‘coeravit’;
por más que en este caso concreto no sería propiamente el dedicante
sino el financiador del monumento. Con esta interpretación estoy
totalmente de acuerdo, pues es lógico que en un monumento tal se
indique el financiador y que la inscripción íbera trate del mismo y
no de otro individuo. Tebanen desde
luego no parece ser ‘libertus’ y en todo caso no acompaña a un
‘Marci’.
No obstante, la vieja interpretación alternativa
como marca de filiación, ya propuesta por Bähr y por Gómez Moreno[9],
es dada por segura por Velaza (1994). No es totalmente descartable,
pero ello topa con el muy serio inconveniente de que no se entiende
bien el que en las inscripciones no pétreas los abundantes
antropónimos documentados no utilicen nunca dicha supuesta marca de
filiación[10].
En todo caso, mi propuesta de insertarla dentro de un paradigma
aboga claramente por interpretarla como ‘curavit’. Tenemos la
similitud de formas tebanen / teban y ebanen / ebanusadas
tras onomásticos frente a las formas ekien / ekiar / tekiar ya
comentadas.
3) La forma iunstir,
con diversas variantes gráficas (iu_tir, iustir, iumstir)
y alguna tal vez morfológica (unsir, iunsir),
es menos conspicua. Su aparición es habitual en plomos, normalmente
en posiciones destacadas e iniciales, y para estos documentos
complejos Untermann ha propuesto (1986: 39ss; 1993: 98) que pueda
tratarse de un verbo típico en contratos entre partes, sugiriendo un
valor del tipo ‘licet’ u ‘oportet’. Ello no obstante, veo difícil
casar esta idea con su aparición en las cerámicas de Liria (en
F.13.5 en aparente coordinación con ekiar).
La idea de Beltrán (1974: 61) de que se tratase
de una expresión de saludo, o un equivalente al vaiq_
como sugiere Velaza (1991: 81), es coherente con su uso en plomos,
tal vez del tipo carta, y con su aparición en cerámicas. Su variedad
de soportes sería similar a la del saludo en la epigrafía griega. El
problema que encuentro a esta idea es el plomo F.9.7, en el que iunstir aparece
repetido varias veces y en posiciones diferentes. Personalmente me
parecen demasiados saludos.
Una idea similar a la del saludo por la posición
destacada del término y la diversidad de soportes, así como su
asociación a marcas de autoría, sería la de que fuese un equivalente
a ‘scripsit’ o _cqaw_.
Sin embargo, tampoco parece encajar bien con las repeticiones de
F.9.7.
Por otra parte, no deja de ser llamativo el que iunstir se
encuentre tanto en cerámicas de aparente función religiosa (como las
de Liria o el llamado ‘rhyton’ de Ullastret; en ambos casos hay
asociación con ekiar),
como en plomos complejos de la tumba de Orleyl (que pudieran
describir un ceremonial religioso y en el que se repìte numerosas
veces el término), así como también en plomos con numerales de
aparente sentido comercial. Desde ese punto de vista es interesante
equiparar iunstir con
uno de los verbos más repetidos en las epigrafías protohistóricas,
el verbo ‘dar’. El paralelo con las epigrafías mediterráneas es un
argumento de peso para suponer que el verbo "dar" exista con gran
frecuencia en las inscripciones íberas y iunstir resulta
un buen candidato[11].
Como don de objetos, término de intercambios y de ofertas sacras
presentaría pocos problemas. Sin embargo, aunque provisionalmente
esta es la hipótesis que prefiero, es todavía muy provisional,
subsisten problemas y se echan de menos algunos contextos más
claros.
Recientemente, se ha documentado dentro de la
lista de antropónimos del bronce celtibérico Botorrita III un
sorpresivo iuns'ti*
(:) uirias'kum(I,49) que, de acuerdo con la interpretación del
texto, haría referencia a un nombre de persona de clase social baja
(Beltrán, De Hoz; Untermann 1996: 165 y 137). Ello abre la
posibilidad a que en algunos casos, como sería el grafito B.8.11, iunstir fuese
un término susceptible también de usarse como formante onomástico,
por más que ello no parece constituir la solución del problemático
F.9.7. En este caso parece que la hipótesis “dar” se muestra
bastante flexible, puesto que son conocidos compuestos onomásticos
con este verbo, tales como _Zq_-doso.
4) Incluyo el término _alir por
aparecer también ocasionalmente tras onomástico ‘sufijado’ por te,
acabar en ir como iunstir y
presentar contextos claros, por más que su carencia de formas
prefijadas con e- lo
distancien de los otros tres términos principales y de que para ella
no parezca probable una interpretación como verbo. Con todo, queda,
como veremos, abierta la posibilidad de un nombre verbal. De acuerdo
con Untermann (1990, 1: 191) sería un substantivo con un significado
en el ámbito de “dinero” o “moneda”. En efeccto, _alir se
encuentra sobre plomos, usualmente relacionado con numerales, y en
las primeras monedas íberas en una posición en que parece referirse
a la moneda en sí o a su valor[12].
Aparentemente está ausente de textos religiosos.
Intento de
extrapolación de los resultados:
Hechos estos
considerandos, vistos los testimonios mejor documentados y
conocidos, he procedido a efectuar una extrapolación de los
resultados extendiéndolos sobre otras formas que, por estructura
y posición, pudieran ser comparables. Siguiendo criterios
posicionales, entre las formas asimilables a la morfología
propuesta, se identifican detrás de un onomástico con sufijo -te (N.P.-te),
además de los los segmentos ebanen,ekiar, iunstir y _alir,
también sati_a y ba_ur, así como el conjunto borariku
: esasikua. Tras un onomástico al que siga un segmento breve
antes de un te (N.P.-X+te) están esati_an y esan.
Mientras que sólo inmediatamente tras nombre propio se
encuentran, naturalmente, además de ebanen, eban,
ekiar, iunstir y ekien, muchas formas:
eba_ir, eba_iren,, ebanin, bokiar, ekisi_an, ekuan (y
’EGVAN'), eukiar y eba_en. A ellos pueden intentar
unirse algunos segmentos de morfología similar. La estructura
morfológica base de reconocimiento parece ser, tomando X como la
base, e-X-ro e-X-n. En este esquema la i-
inicial sería una variante del morfema e- que podría
utilizarse cuando éste aparecía ante vocal; explicación ésta
indemostrable pero en absoluto extraña. Dado que no es una
estructura muy específica, es probable que puedan incluirse
entre ellos por error algunos que en realidad no pertenezcan a
la misma categoría. Sea como sea vale la pena agruparlos en un
cuadro único según hipotéticas raíces y similitudes
morfológicas:
-ir -ur |
-i_a |
e- -ir / e-
-ar |
e- -i_an e-
-iren |
e-
-en e-
-n |
bo- ? |
reduplicación? |
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ebanen
eban |
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unsir |
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iunstir
iunsir |
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ekiar |
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ekien |
bokiar |
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_alir |
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ba_ur |
eba_i_a |
eba_ir? |
eba_iren |
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sati_a |
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esati_an |
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eba_en |
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ekisi_an |
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e_iar |
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erir |
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esan |
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esasikua |
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ekuan? |
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borariku |
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ekatir? |
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eukiar? |
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e*_ir? |
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Vemos pues que el prefijo e- queda
de manifiesto en las series adicionales más documentadas:
1) ba_ur, eba_i_a, eba_ir, eba_iren;
y 2)sati_a, esati_an[13];
que resultan interesantes de comparar con ekiar frente
a bokiar, o iunstir / iunsir frente
a unsir. Con la
nueva información parece que tenemos indicios de una cierta
estructura morfológica (abstrayendo la base como X y con v como una
vocal cualquiera) un esquema del tipo: (E) - X - (vR)
- (vN). En su formato ideal más simple quedaría como sigue:
(e) + RAIZ +
(ir) + (en)
1
2 3
Éste modelo queda visible en el caso eba_iren,
con el que ekisi_an y esati_an parecen
estar relacionados. Las versiones breves presentarían un final o
bien en r o
bien en n. Los
morfos 1, 2 y 3 pueden aparecer conjuntamente y en ese orden. Las
otras combinaciones son R-2, 1-R-2 y 1-R-3. La raíz presentaría las
estructuras CVC, VCC y CV, terminando estas últimas siempre en /i/
(seguramente no por casualidad).
También debe apreciarse el que las presuntas
raíces en CVC vocalizan todas en 'a', como si correspondiera a un
rasgo morfológico[14].
Adicionalmente, las formas eba_iren
ba_ur indican una
posible alternancia -ir
/ -ur, poco clara. Así como conjeturalmente hay dos
comparaciones (bokiar con ekiar y
la secuencia borariku
esasikua) que sugieren la posible sustitución de e-RAIZ-ir por
bo-RAIZ-ir.
Naturalmente se habrá apreciado el problema que
ofrecen las supuestas raíces -CV-. Por un lado, resulta problemática
la integración de formas como erir,
con una aparente raíz demasiado pequeña, así como de esan,
por más que esta parezca asimilable a la alternancia eban / ebanen.
Pero además, dentro de la simplificación que propongo, se ven una
serie de formas -CV- a las que sufija -ar y
no -ir: ekiar, bokiar, e_iar y eukiar.
Sería posible rebajar el nivel de concordancia a sólo r;
pero hay que observar que en estas cuatro excepciones la vocal
previa al sufijo, hipotéticamente de una raíz -CV-, es una i por
lo que es verosímil plantear una disimilación del sufijo.
Las formas
menores citadas en el cuadro:
Ya hemos comentado las cuatro primeras series.
Tras ellas destacan dos muy interesantes por su variedad: las de
núcleo aparente -ba_- y
las de-_at-. Del resto disponemos de una variedad documentada
menor.
1) La serie de -ba_- (una
de las formas que Untermann considera que puedan ser "segmentos
verbales"), pese a sus múltiples variantes, sólo se documenta en los
plomos de Yátova (F.20.1 y 3, probablemente posteriores al 150 aC[15]),
que forman un único documento. De sus seis apariciones cinco son
tras nombre propio: Bekonkine
a_esa ba_ir a_eka i_an ; Ultitar
eba_ir enbeti_abe; Baiseltun
eba_iren ba_ur bi_isa (siguen
numerales);[Kel]tibele_-te loki_ ba_ur; y Keltibele_te
ba_ur. Es especialmente remarcable el que tras el onomástico Baiseltun tenemos
dos segmentos de la misma "raíz": eba_iren
ba_ur. Ello me recuerda los casos de “acusativo interno”, de
redundancia entre el verbo y el substantivo verbal de complemento
directo formados sobre una misma raíz (como "correr una carrera" o
"beber bebida"). Desde esa perspectiva uno de los dos sería una
forma nominal, categoría que correspondería a ba_ur,
tanto por tratarse de una forma más simple, como también porque los
términos con e- prefija
se relacionan más con el onomástico (presunto “sujeto”) y por
permitir enlazar coherentemente con la morfología de _alir que
presuntamente sería un substantivo.
Poco puede sugerirse sobre la semántica de las
formas en -ba_-,
pero el documento de Yátova, en el que se encuentran, parece de
sentido comercial, presentando las características típicas:
numerales, nombres sufijados con ka,
el término _alir y
la forma baites.
Por otra parte, se aprecia la ausencia de formas habituales como e_oke, bite, iunstir y ekiar.
En las "transacciones" de Yátova podrían participar una decena de
personas, según parece desprenderse del número de probables
onomásticos distintos que se identifican. Las formas en -ba_- no
se encuentran siempre junto a numerales, por lo que no puede
especificarse demasiado su significado pero, en todo caso, ha de
tratarse de un término propio de este tipo de transacciones. Es
posible que la razón por la que no se encuentre en otros plomos
tenga que ver con el que los plomos con numerales suelen ser breves,
mientras que el documento de Yátova es muy extenso.
2) Se habrá observado el parecido morfológico de
la sexta serie (en -_at-)
con la serie de -ba_-.
El parecido no termina ahí, sino que los dos casos documentados, Kule_belau_-te
: sati_a (en posición
inicial) y
Lau_berton-te bitars-te esati_an, proceden también de uno de los
plomos del documento de Yátova que ya hemos comentado.
3) La forma eba_en es
perfectamente paralela a ebanen.
A pesar de sólo testimoniarse en una sóla ocasión (G.16.2,
inscripción en escritura meridional) tiene a su favor para la
inclusión el encontrarse en una inscripción breve tras un onomástico
y ante una palabra repetida en diversas piezas del mismo tesorillo
de plata y que pudiera ser un substantivo: Aibe_on
: ebaa_en
: betiar.
4) La forma ekisi_an se
documenta, aunque con aparentes divergencias en los criterios de
puntuación, en dos estelas funerarias : D.12.1. ] tan.
O_keikelaur. ekisi_an. neitin[ y
F.11.2. Leiske*[ / balkarkiebe[
/ banekis. i_a[. Al ser parte del formulario funerario,
parece posible que se trate de otro verbo que indique la acción del
dedicante, por más que tampoco sería imposible un verbo tal como
"murió" o similar, dado que las inscripciones son demasiado poco
conspicuas como para permitir mayor análisis. Pudiera también estar
relacionado con ekiar,
si bien no se conocen paralelos de una sufijación en -s-[16].
5) La forma e_iar se
encuentra en tres ocasiones en las cerámicas pintadas de Liria. Como
quiera que en ellas abunda también ekiar y
que parece tener la misma estructura morfológica, parece inevitable
relacionar ambos términos. Pero en la práctica sus contextos son
poco claros. No se aprecia relación con nombre propio y aunque sí
que siempre le sigue el morfo ban,
el que aparezca éste una vez como el conocido banku_s asegura
el límite de palabra.
6) La forma erir es
extraña pues, aunque coincida en el prefijo y sufijo ideal, resta
poco para una supuesta raíz. Fue segmentado por Velaza (1993: 162 y
164s.) como término del formulario fúnebre en compañía de numerales,
sugiriendo que equivaliera al lat. 'annorum'. Si lo incluimos en el
paradigma, de ser un verbo funerario con numerales, tendría que
equivaler a "vivió" (x años) o "murió" ( a los x años).
7) El caso siguiente, esan,
se encuentra en el interesante contexto Selkisosin-kas-te
esan VI (F.20.1), por
lo que también se asocia a un antropónimo y a un sufijo te.
Morfológicamente es problemático, aunque es similar al eban.
Técnicamente es similar al esasikua forma
que se encuentra junto a borariku también
en Yátova, ambos tras la estructura NP.-te:
F.20.1 Kule_belau_-te
borariku esasikua
Para estas dos formas es perfectamente posible
considerar que son simplemente formas sufijadas en iku.
Con todo no deja de ser interesante el paralelismo interno -sasi- / -rari- como
si hubiese cierto tipo de reduplicación. Ello es notable por su
aparición conjunta, pero se ve dificultado por la ausencia de tales
tipos de formas en otros documentos. Resulta interesante observar
que uno comienza con bo y
otro con e, pero
esto se ve desvirtuado por el hecho de que en íbero se identifican
formas que empiezan por bor- / bur-.
8) Respecto a ekuan,
comparable con un 'EGUAN' en carácteres latinos, se puede intentar
incluir en este esquema, pero la verdad es que elEikebo_-en i
ekuan (E.5.1)
aboga por que se trate de un nombre común, posesión de un tal Eikebo_.
9) Después tenemos el caso de ekatir que
se encuentra en el plomo de Liria (F.13.2) en U_talaibi
. ebois . ekatir.
Poco se puede decir de él salvo que su morfología hace plausible
inserirlo en el esquema.
10) La forma eukiar aparece
en dos ocasiones, tras dos posibles onomásticos en la interesante
estela de Sinarcas (F.14.1). Presenta el indiscutible problema de
que no es imposible que la segmentación sea ieukiar,
si bien también podría leerse etukiar lo
que pudiera relacionarlo con la base de piedra de Muntanya Frontera
(F.11.28) Iltutakon-tetu[?]ar.
Sin embargo, no estoy seguro de que no haya que corregir la lectura
de esta pieza enIltutakon-tekiar, con lo que sería una simple
marca de autoría del oferente.
11) Finalmente tenemos e*_ir,
con un segundo signo de lectura desconocida, que presenta las
variantes e*_irike y e*_irs,
todas ellas en el plomo de Enserune. Incluible por su primera
variante dentro del cuadro, presenta el grave problema de que los
sufijos de su variantes son discrepantes en exceso respecto el resto
de las formas comparadas.
Evaluación del
análisis interno:
De esta manera, podemos apreciar que, aunque la
morfología propuesta pueda extenderse más allá de los tres casos
principales para los que independientemente se ha sugerido un valor
verbal (iunstir, ekiar y ebanen),
el testimonio de los paralelos aporta poco más que la verosimilitud
del análisis morfológico. Parece claro que sí existía un prefijo e y
que este prefijo sí se relaciona con finales del tipo -ir / -en / -an;
por más que para unificar la mayor parte del paradigma haya que
admitir ciertos cambios morfofonéticos que, aun siendo plausiblees,
no son evidentes. El problema radica en que el análisis
interno-contextual, que es el que debe primar, no parece dar
información sobre el sentido de la mayor parte de los elementos
recogidos. Sí que tenemos una cierta coincidencia en el orden y la
posición de los elementos: especialmente ubicados tras un onomástico
opcionalmente seguido por un morfo te,
que unas veces parece sufijo del nombre y otras prefijo del elemento
del paradigma propuesto. No obstante, no sabemos si el orden de los
elementos en la oración íbera era fijo y, pese a que los tres
elementos principales sugieran lo habitual de colocar el presunto
“verbal” tras el presunto sujeto, este orden podría ser variable y
en los textos breves son esperables alteraciones del orden según el
elemento a destacar. Este problema se ve subrayado por la aparente
opcionalidad en el uso del morfo te,
por lo que más que una desinencia, como de ablativo agente o
ergativo, podría ser simplemente un pronombre o preverbio. Con todo, es
el conjunto de ambos tipos de datos, el de la cierta coherencia
morfológica junto a la posicional/sintáctica, lo que da
verosimilitud a que nos encontremos ante una misma categoría
gramatical. Esta categoría, dado el testimonio de los tres
elementos principales sería la de predicado
verbal, tal vez propiamente de verbo (la diferencia sería
similar a la de usar un participio como predicado verbal - ‘X (es)
el autor’-, frente a la puramente verbal ‘X lo hizo’). Pero aun en
el caso de que este paradigma resultare finalmente definidor de
‘verbales’ en íbero, tampoco ha de ser la única apariencia que éstos
tuvieran, puesto que su número no es lo suficientemente elevado como
para cubrir el total esperado en los textos disponibles.
El siguiente problema consistiría en discernir el
sentido semántico que se oculta tras la diversidad morfológica. Dado
el testimonio de _alir,ba_ur y bokiar,
parece probable que las formas de la columna primera y sexta sean
formas nominales. Dado que formas de la tercera, como ekiar,
y de la cuarta, como ekien y ebanen parecen
funcionar como verbos (con la posibilidad de oraciones nominales),
parece probable que formas más complejas, y que no presentan sufijos
nominales conocidos, como las de las columnas segunda y cuarta
también tengan carácter verbal. Ello con la salvedad de lo que
implique para iunstir su
recientemente documentado uso como formante onomástico, dado que, si
bien iría mejor un participio, de hecho el uso de verbos no puede
excluirse para tal función. Sin embargo, debe apreciarse el
“sintagma” de aparición frecuente i_ika
iunstirika en
aparente concordancia con lo que pudiera ser un adjetivo
demostrativo, de modo que esta forma acabada en -ir sería
también un substantivo. Por otra parte, en los verbos que realmente
lo fuesen, es de esperar que, por el tipo de mensaje que estas
inscripciones suelen transmitir, tuviesen
un significado de pretérito (o perfectivo) de tercera persona
singular.
No hay documentación suficiente para entrar en
grandes detalles, pero sí que resulta interesante intentar explicar
el uso de ekien frente
al normal ekiar.
Untermann (1993-94) ha sugerido que pudiera tratarse del uso de un
plural, frente a un singular; mientras que para De Hoz (1995: 278) ekien pudiera
recoger el matiz de la existencia de un dativo de aquel para el que
se hacía la obra. Ambas hipótesis pudieran ser ciertas o quizás
ninguna de las dos, dado que no es seguro que existiera flexión
según la persona del dativo, como tampoco la existencia de un
plural, pero sí que hay una extrapolación de la sugerencia de De Hoz
que me parece interesante. El otro caso bien conocido de estructura e-X-en es
la forma ebanen.
Resulta que dicha forma podría ser el verbo que recoge la acción del
dedicante del monumento funerario y, claro está, donde hay un
dedicante hay un dedicado, por lo que de existir ese matiz 'nori' de
la existencia de un "dativo" tendría que estar presente en ebanen.
Sin embargo, esto tampoco pasa de ser un apunte, más o menos
afortunado, que no permite explicar el resto de las formas.
El posible
paradigma y la hipótesis vascoiberista[17]:
Hasta aquí hemos visto lo que desde un análisis
meramente efectuado sobre la documentación íbera puede proponerse.
Sin embargo, el hecho de que los mosaicos con ekiar y ekien hayan
indicado la coincidencia semántica con el verbo vasco ‘egin’ hace
preciso cotejar si el paradigma propuesto es asimilable a una
interpretación vasca.
Para empezar, el análisis de los radicales
ibéricos presenta similitud con los formantes de radicales vascos
normalmente representados por sus participios “pasivos”. Éstos, en
su forma antigua parecen ser del tipo 'eman' (e-MA-n, e-Raíz-n),
como se suele considerar y como parece indicarlo la conservación de
la nasal final en algunos compuestos, y alternativamente del tipo
'ikusi' (i-KUS-i, i-Raíz-i), siendo posteriores los sufijados en
'-tu'[18].
Además la inicial tanto puede ser e- , como i- ('iron') o j-
('jakin').
Sin embargo, el mayor parecido se halla en las
formas de pretérito. Especialmente si recordamos que el predominio
de las formas perifrásticas verbales del vasco parece, con toda
probabilidad, una innovación[19],
y nos centramos en las sintéticas. En efecto, de acuerdo con la
reconstrucción de Schuchardt[20],
siendo el NOR y el NORK de tercera persona singular (es decir el
sujeto y el complemento directo de una lengua no ergativa), en
pretérito sus índices son cero; es decir, no existen. Los rasgos
temporales que restan son : un prefijo 'e-' y un sufijo '-en'. La
forma "preservada" no es sólo teórica, sino que puede hallarse en el
dialecto vizcaíno, pese a que éste difiera de los demás en haber
evolucionado el sufijo a '-an'[21] (p.ej.
'egian' !!).
La reconstrucción propuesta es especialmente
llamativa si la comparamos con los casos íberos ekien y ebanen.
El primero tradicionalmente comparado con 'egin' "hacer", lo que
parece confirmado por las firmas de taller de Likine,
y el segundo hipotéticamente representando el verbo del que dedica
una estela funeraria o encarga una construcción, equivalente al
'faciendum coeravit'. Para el primero tomaremos, evidentemente, el
vasco 'egin'[22].
Para el segundo puede haber alternativas. En principio puede
probarse el verbo 'eman' que además del significado normal de "dar",
se usa en ocasiones para "poner", pero dado que para hacer un
equivalente a *'emanen' necesitaríamos postular un análisis del
participio e-MAN-n, parece más interesante el verbo 'ibeni'. 'Ibeni'
es una forma laburdina, variante de 'imini' y de la guipuzcoana
'ipiñi', cuyo significado es "poner", "colocar" e incluso "erigir"[23].
Si conjugamos ambos en la tercera persona del
pretérito tal y como se considera sería el vasco antiguo nos
encontraremos con las formas * 'egien' (actual 'egian' en vizcaíno)
y * 'ebenen', con los significados "lo hizo" y "lo colocó"[24],
como los latinos 'fecit' y 'posuit'. Es decir, una explicación que
parece incluso demasiado perfecta. Realmente, la ecuación es tan
impresionante que no se entiende que no se haya planteado antes para
explicar ebanen.
Si esta interpretación morfológica es válida y la
aceptamos para la base ebanen,
vemos que ésta alterna con eban.
Cabe pues preguntarse sieban esconde
un *e-ban-n.A partir de la raíz -BAN- disponemos de las dos
alternativas indicadas, pero que presentan resoluciones morfológicas
distintas. Tendríamos que optar por entender que eban oculta
un *e-ban-n si tomamos como modelo ibeni.
Pero resulta que si lo comparamos con el otro verbo alternativo
'eman', en su acepción secundaria como "poner", tendríamos por el
contrario problemas para una protoforma *emanen que explicara ebanen.
Resulta que teóricamente el lexema vasco sería 'ma' y que para
enlazarlo con el íbero habría de interpretarse 'eman' como
proveniente de e-MAN-n. Este punto es interesante de comparar con la
hipótesis de Trask que indican Gorrochategui y Lakarra (1996:
133ss.) de que en los participios vascos en que el sufijo es '-n'
dicha consonante fuese parte de la raíz verbal. No obstante esta
idea, como observan Gorrochategui y Lakarra haría que la raíz de
“hacer” fuese 'gin', con lo que el paralelo con ekien se
dificultaría al haber de reconstruir la protoforma como *eginen en
vez de *egien.
En lo concerniente a _alir resulta
adecuada la comparación de Michelena (1955: .274 y 1985: 318) con el
vasco 'sari' < *sali[25]:
"valor", "precio", lo que encaja con el presunto sentido de _alir.
Dicho término está relacionado con el participio de sufijo moderno
'saldu' (<sal-tu) "vendido" y, de acuerdo con lo dicho de la
formación de adjetivos añadiendo un sufijo -i a la raíz ('gor' /
'gorri'), pueden sugerirse dos hipótesis.
La primera hipótesis sería que este caso confirma
el que al menos las series del paradigma sin prefijo pero sufijadas
con -Vr, según lo sugerido por _alir y ba_ur,
sean formas nominales, es decir substantivos derivados de verbos.La
segunda tiene que ver con el que morfológicamente no hay una
explicación vasca del sufijo -ar o -ir,
si bien la similitud de 'eri', 'sari' y los participios en 'e- -i'.
Todo ello apunta a la
posibilidad de que un final -r íbero
"desaparezca" de manera regular en su equivalente vasco[26],
de modo que podrían ser formas nominales y participios pasivos. Este
último aspecto permitiría, de ser correcto, relacionar las formas
íberas en e-/i- X -ir con
las formas del participio pretérito pasivo vasco 'e-'/'i-'/'j-' X
-i, posibilidad interesante pero para la que sería precisa más
documentación.
Dado el éxito hermenéutico del vascoiberismo en
la explicación de ekien, ebanen y _alir es
lícito pregiuntarse si en el resto de formas da algún resultado
válido. Como era de esperar, el que para el resto de términos el
análisis interno no ofrezca una semántica clara hace que las
posibilidades vayan según el gusto y la imaginación de cada cual.
Originariamente me parecía muy interesante, aunque ciertamente
especulativa, la comparación de 'eutsi' "dar", "ofrecer" con iunstir[27].
Sin embargo, aunque esta interpretación me resultaba adecuada
respecto a mi consideración sobre iunstir y
como tal la indiqué (Rodríguez Ramos, en prensa), resulta que
posiblemente he sobrestimado el ámbito de uso de este significado,
lo que resta solidez a la idea. Es probable que el sentido primero
sea el habitual de “asir”, “coger”, “tomar” y que de éste se derive
secundariamente el valor de “dar”. Finalmente, merece tal vez
incluso citarse la comparación de 'ebazi' "ganar" con eba_iren (en
textos con numerales) y lo curioso que es equiparar erir con
'eri' ("enfermo") y 'erio' ("muerto"); interpretándolo con sentido
funerario de "muerto (con tantos años").[28]
Visto hasta aquí el que hay una serie de términos
íberos que aparentan seguir una morfología verbal y el que tanto
esta morfología como los radicales hipotizables coinciden con raíces
vascas cuyo significado encaja espléndidamente bien semánticamente
con lo que puede suponerse (en algunos casos con mayor motivación
que en otros) para las respectivas formas íberas, uno podría
sentirse tentado a un exultante optimismo. Sin embargo quedan
muchos, muchísimos, excesivos puntos oscuros, de los que no es el
menor el que, siendo ergativa la lengua vasca, ¿dónde están los
ergativos íberos?. En los ejemplos documentados de los verbos
propuestos no se ve ninguna sufijación típica para el sujeto agente.
¿Debiéramos suponer que los problemas de notación gráfica en íbero
han suprimido cualquier evidencia de una hipotética consonante
final? Tampoco está claro por qué no aparecen indicios claros de la
flexión interna verbal NOR NORI NORK, puesto que sólo habríamos
identificado los casos cero o los NOR / NORK. Esto es especialmente
crítico sobretodo si consideramos el extraordinario parecido que hay
en las comparaciones efectuadas. ¿Por qué unas palabras y morfos
verbales se parecen tanto pero otros no se aprecian? Y viceversa:
¿por qué unos rasgos íberos se interpretan tan bien (aparentemente)
mediante el vasco y otros parecen de mundos distintos?. Cierto es
que, de acuerdo con los estudios de Michelena, el vasco ha sufrido
grandes cambios fonéticos con caída generalizada de oclusivas sordas
iniciales o pérdida de /n/ intervocálica, cierto que el vasco actual
ha perdido la mayor parte de su vocabulario nativo, cierto que las
comparaciones de raíces verbales propuestas parecen respetar las
normas de fonética diacrónica del vasco, pero el resultado de la
comparación, por efectista que resulte, por más que sí parece probar
que hay un cierto grado de parentesco entre vasco e íbero, no puede
menos que considerarse insatisfactorio.
CONCLUSIONES:
Hemos expuesto un posible paradigma de predicado
verbal que, a partir de los tres presuntos verbos íberos ekiar / ekien (equivalente
a ‘fecit’),ebanen (equivalente
a ‘curavit’) y iunstir (sin
interpretación clara, muy especulativamente tal vez ‘dedit’), se
puede extrapolar a otros segmentos íberos de estructura morfológica
similar y posición sintáctica equivalente. De ello parece deducirse
que estamos ante una serie de formas que, al menos en algunos casos,
tienen una funcionalidad similar a la de verbos, constituyendo
núcleos de predicados verbales.
Hemos procedido posteriormente a examinar si este
presunto paradigma era compatible con la hipótesis de relación
genética entre el vasco y el íbero. Los resultados resultan en
general positivos, quizá excesivamente positivos, tanto en el plano
morfológico (por más que los casos mejor explicables son minoría en
íbero), como incluso en el semántico (donde en diversos casos raíces
vascas coinciden extraordinariamente bien con el significado
propuesto a partir del análisis interno de las inscripciones
íberas). Sin embargo, este éxito excesivo contrasta con los
problemas para extrapolarlo a otros aspectos de la lengua íbera, lo
que mueve a una cierta desconfianza justificada. Pese a todo, parece
un terreno digno de ulterior investigación que se irá beneficiando
de los lentos pero continuos progresos que se hacen en la
reconstrucción del protovasco.
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[1].
Para un estado de la cuestión e introducción a la materia puede
verse Untermann 1990, tomo 1, y más brevemente Rodríguez Ramos
1995 y 1999 y Velaza 1996. Problemas lingüísticos en Correa 1994
y Quintanilla 1998. Los códigos alfanuméricos de las
inscripciones refieren, naturalmente, a los Monumenta
Linguarum Hispanicarum editados
por Untermann.
[2].Para
la onomástica, la documentación, con listado y sufijos
acompañantes, puede hallar-se en Untermann 1990,1: 195-238.
Sobre las principales partículas puede consultarse: -ar ,
Untermann 1990,1: 158s. y Velaza 1991 32; i en
Untermann 1990,1 :& 534 y Velaza 1991: 103; sobre -en Untermann
1990, 1: &521 , Velaza 1991:.67s. y Michelena 1976.
[3].
De hecho en la primera versión de este estudio buscaba de forma
exhaustiva una posible interpretación de esta morfología a
partir del indoeuropeo, con resultados francamente malos y
también a partir de lenguas camitas como el bereber, con
resultados interesantes pero poco coherentes. Aparte de lo que
veremos respecto a ebanen era
muy sugerente interpretar en los sellos sobre ‘dolia’
traducibles como “bokiar de
Latumaro”, el bo- como
el típico prefijo formador de nombres, muchas veces de lugar, en
diversas lenguas camitosemíticas. Esto, relacionado con ekiar,
se entendería como ‘factoría’ o ‘figlina’. Por desgracia este
caso restaba aislado. Aunque se puede atribuir la dificultad de
cualquier comparación al mal conocimiento del proto-bereber,
aspectos como la gran diferencia de esquema fonológico no sólo
dificultan la comparación léxica sino que restan verosimilitud a
un parentesco lingüístico
[4].
Un análisis exhaustivo en Rodríguez Ramos (en prensa) capítulo
4º B-7, B-8 y B-9; donde me remito sobre la alternativa, poco
consistente, de considerar ekiar como
un título de jefatura. En ese mismo capítulo, sobretodo en la
parte C, pueden encontrarse información adicional sobre el
análisis interno y la propuesta del paradigma.
[5].
Beltrán 1942, Gómez Moreno 1945: 281. En la misma línea Caro
Baroja (1982 [1946]: 190) lo comparaba con el vasco ‘egiera’
“acción”, mientras que Tovar (1954:224) matizaba que podría
tratarse de un nombre de agente (“hacedor”) o de un participio.
[6].
Lectura propuesta en Rodríguez Ramos 1998. El inicio en ta_ es
meramente conjetural.
[7].
Véase al respecto Untermann 1993-1994 y De Hoz 1995. Los
paralelos de marcas de artesano musivario son abundantes en la
epigrafía griega y romana. El paso de interpretarLikine como
un celtíbero Likinos en
vez de como un Licinius se ha producido al documentarse la forma
celtíbera en el tercer bronce de Botorrita.
[8].
Probables excepciones serían las inscripciones monumentales,
pero ambas son fragmentarias. Un problema mayor lo da la estela
F.11.1 donde, no obstante, el segundo nombre podría estar
abreviado.
[9].
Bähr 1947: 422 lo relacionaba con el sufijo ‘ba’ que aparece en
muchos términos de parentesco en vasco, mientras que Gómez
Moreno (1945:282) lo relacionaba con las raíces semíticas ‘ibnu’
y ‘ben’ que, curiosamente, emparentaba con la ‘bani’ del verbo
“construir”. Esta era la hipótesis estándar y la seguida por
Michelena (1979: 35s) y Siles (1986: 42).
[10].
El hecho de que independientemente tanto yo (Rodríguez Ramos, en
prensa cap. 4º B.7) como Untermann (1995: 248s) hayamos
presentado una crítica similar es una muestra de la coherencia
de la misma. Por otra parte la argumentación de Velaza presenta
un curioso defecto de origen. En su opinión la prueba de que
significa “hijo” es que eban se
asociaría a nombres de difunto masculinos, mientras que teban se
relacionaría con femeninos. De hecho esta conclusión, aportando
nueva argumentación contextual, recuerda la sugerencia de Tovar
(1946) de analizarlo con el paralelo camita en el que eban tanto
podía significar “piedra” / “estela”/ “tumba”; hipótesis que
prefería (relacionándola también con la raíz semita ‘bny’
“construir” y considerándo un paralelo en formas bn-s en
estelas líbicas) a la de “hijo”. Señalaba Tovar que el prefijo
‘t-’ es en lenguas camitas, así como con variantes en semitas,
una marca o artículo femenino. Volviendo al planteamiento de
Velaza, la primera coincidencia problemática es que si tenemos
una forma eban que
significa “hijo” y un prefijo t- que
forma femeninos, tenemos una muy significativa coincidencia
lexical y morfológica con las lenguas camitas y el bereber. En
lenguas camitas y semitas la palabra para ‘hijo’ recoje las
formas en /bn/, como las adaptaciones del árabe ‘Ibn’ y, como se
ha indicado, en las camitas, como el bereber, es normal el
prefijo ‘t-’ en los femeninos. Esta conclusión lógica resta sin
profundizar en la propuesta de Velaza. Pero el problema mayor es
conceptual. Velaza se basa en que la marca de género, que de
acuerdo con su análisis habría de ser el valor de t- sólo
se aplicaría a substantivos. Ello es normal en lenguas como las
indoeuropeas, pero resulta que hay otras, como las
camitosemíticas, en que el verbo también concuerda en género con
el sujeto, por lo que aún si se demostrare fehacientemente que t- es
marca de femenino en íbero ello no excluiría la posibilidad de
que eban / teban fuese
un verbo. Incluso cabe mencionar que en bereber la tercera
persona del singular femenina se marca en el verbo con un
prefijo ‘t-’ y que en las lenguas camitosemíticas está muy
extendida una raíz que en árabe es ‘bny’ “construir”(de ahí el
préstamo ‘al-bañil’). Es por ello que el criterio seguido por
Velaza, aun siendo de interés, carece de valor decisorio.
Para las formas
gramaticales camitas y bereberes puede verse: sobre la
prefijación verbal en 3ª sg. msc. ‘y-’ / fem. ‘t-”, Cohen 1988:
24s, Galand 1988: 236; sobre la ‘t’ como marca de género en
lenguas camitosemíticas Cohen 1988: 20. En rifeño, lengua
bereber hablada en España, tenemos ‘afunas’ “buey” frente a
‘tafunast’ “vaca”, así como ‘icrez’ “él ha labrado” frente a
‘tecrez’ “ella ha labrado” (Tilmatine et alii 1995: 23 y 30).
[11].
Puede verse como ya Untermann 1990,1 § 508,3 señala que es de
esperar que sean frecuentes en inscripciones como las íberas la
aparición de verbos auxiliares y de típicos tales como 'ser',
'hacer' y 'dar'. El índice de donación u ofrenda es, como es
sabido, muy frecuente en cerámicas etruscas, aunque empleando
diversos términos, tanto como verbo (mulvanice, turuce "dio")
como en nombre (mulu, turu "don"),
pero también en inscripciones mayores como las láminas de Pyrgi
(vide Cristofani 1977 § 30 e inscripciones 3, 6 y 7; Pallotino
p.430). Entre otras epigrafías pueden verse también la véneta (zonasto, donasto, zonom, donom)
en placas de bronce. pedestales o sítulas; o la latina, donde
una inscripción en un vaso de bronce (Dessau 1979 nº 8562) es un
ejemplo arcaico en que aparece junto a la marca del artesano:
'novios plautios med romai fecid / dindis macolnia fileai
dedit'.
[12].
En la ceca A.18 ilti_ta /
Ilerda tenemos las tres variantes ilti_ta
_alir, ilti_ta
_alir ban e ilti_ta
_alir nai. El hecho de que estas primeras emisiones fuesen
imitaciones de dracmas ampuritanas de plata, haciéndose en este
material, ha llevado a proponer que signifique “plata” y esté
emparentado con el vasco ‘zilar’ / ‘zilhar’ (y de paso con
formas del tipo ing. ‘silver’ cuyo presunto equivalente en
celtibérico sería silabur).
Soy bastante escéptico al respecto, tanto por la inexplicada
mutación de las vocales como por el que el resultado normal de
una ‘l’ intervocálica en vasco sería ‘r’.
[13].
Untermann 1986 p.41, 1.5.2. estudia esta posibilidad de un
prefijo e- en ba_ir y sati_,
aunque no la postula.
[14].
Como una idea muy provisional e hipotética puede remarcarse el
hecho de que los únicos casos detectados de presuntas raíces que
no siguen el esquema CVC, son con i y
conu, justamente las vocales que pueden ser
semiconsonantes.
[15].
Sobre la datación paleográfica de la escritura íbera: Rodríguez
Ramos 1997.
[16].
En el muy hipotético caso de que esto fuera así, sólo podría
relacionarse con una acción del dedicante, en cuyo caso sería
interesante interpretar -kis- como
un causativo de -ki-,
un "hizo hacer" paralelo al "faciendum coeravit".
[17].
Para un repaso general de la hipótesis vascoiberista y de las
similitudes entre vasco e íbero puede verse Rodríguez Ramos (en
prensa) cap. 4.3.
[18].Vide
Allières 1979: 80, Caro Baroja 1982: 199 y, para la permanencia
de '-n' en composición: Ortiz 1986: 208s., quien propone que se
trata de "a verbal morpheme of its own".
[19].
Se sabe que en el siglo XVI tenían conjugación sintética una
cincuentena de verbos, mientras que actualmente sólo una decena,
predominando la conjugación perifrástica. Esta, pues, parece una
innovación. Una evolución tal hacia la perífrasis verbal puede
verse en sánscrito clásico respecto al védico, en catalán
moderno respecto al medieval, o en latín.
[20].
Según Pennaod 1970:.254s, 257ss. y 262s., quien recoge y
efectúa una reinterpretación parcial de los análisis de
Schuchardt (H. Schuchardt Baskische
Studien I Wien
1893) y de Lafon 1980: 384-387.
[21].Para
las características del dialecto vizcaíno: Allières 1979: 95ss.
§ 43.
[22].
Es más, en las inscripciones íberas que, al norte del Ebro y
antes del 200 aC, que marcaban dos tipos de oclusivas, hay
indicios de que la forma ekiar se
escribía con el signo que en grecoibérico corresponde a una
sonora; es decir, que sería egiar.
Así parece atestiguarlo la cerámica pintada de Can Oliver
(Panosa 1993: 19.2) y posiblemente, el grafito C.7.1. Asímismo,
si está relacionada con ekiar,
la forma bokiar es
claramente bogiar.
[23].
El valor de 'eman' "colocar" en Azkue: 237, 2ª y Allières 1979:
249. 'Ibeni' y variantes en Azkue: 390 y Múgica 1981 p. 952, con
los valores "colocar", "poner", "situar", y, en dialecto
laburdino incluso "fundar" y "erigir".
[24].
Más exactamente "fue hecho (por)", "fue colocado (por)".
[25].
La 'l' lene intervocálica pasa a 'r' en vasco (Michelena 1985:
311s.).
[26].
Esto sería parcialmente congruente con la idea de que el
"artículo" postpuesto vasco '-a' esté relacionado con el
deíctico 'ar'.
[27]. Acepción
en guipuzcoano y vizcaíno, la forma básica es "agarrar",
"sostener" (Múgica 1981: 761 y Azkue: 293). Pero incluso cabe el
bajo navarro 'eutzi' (alto 'iutzi') "dejar", "permitir" que
podría considerarse un apoyo (¿tal vez inspiración?) a la
propuesta de Untermann.
[28].
Desconozco si 'eri' responde a la morfología verbal vasca 'e-
-i'. Muy efectista, pero arriesgado, sería comparar la
interpretación de Velaza (1993, 164s.) de la lápida de Civit de erirtan
/ a_ora por erir =
'annorum', tan :
numeral; a_ora::
"'mater' / 'uxor' / 'fecit' / (vel aliud)" directamente con el
vasco : 'erio' = "muerto" y 'aro' = "edad" : ¿"muerto a la edad
de X"?
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