Julián Hurtado
El asedio y conquista de la ciudad
celtibérica de Numancia constituye uno de los episodios más interesantes
de la conquista romana de la Península Ibérica. El período final del
asedio y toma de Numancia, que se inscribe en el desarrollo de las guerras
celtibéricas se desarrolló a partir del año 134 a.C., cuando el general
romano Publio Escipión, destructor de Cartago, se puso al frente del
ejército que intentaba someter la ciudad. Con anterioridad otros generales
romanos como el cónsul Popilio Lenas o Quinto Pompeyo habían fracaso en su
intento de derrotar a los numantinos. El ejército con el que se encontró
Escipión en Hispania estaba desorganizado y desentrenado, por lo que en
principio este general impuso una ferrea disciplina a su ejercíto
estableciendo una gran austeridad tanto en el régimen alimenticio como en
la forma de vida. En este sentido, tal como nos transmiten las fuentes
literarias antiguas, la primera medida que impuso este general romano fue
la expulsión de todos los mercaderes, prostitutas, adivinos y magos que
acompañaban al ejército romano en esta campaña.
Escipión en principio no se dirige directamente contra Numancia, sino
contra el territorio cercano de los vacceos con el fin de que no pudieran
auxiliar a esta ciudad celtibérica. Una vez devastado este territorio e
impedido el posible auxilio de los numantinos, Escipión decide empezar el
sitio de Numancia, estableciendo en principio dos campamentos que luego se
ampliarán a siete, en los que va a instalar a sus tropas. Estos
campamentos que no eran más que simples torres de vigilancia y
fortificación más tarde serán unidos entre sí. También Escipión decide
cerrar el río Duero, único punto de contacto de la ciudad con el exterior,
lo que va a pejurdicar en gran medida la resistencia de los numantinos
El asedio de la ciudad celtibérica de
Numancia se prolongó por un amplio espacio de tiempo.La proporción entre
asediantes y asediados, era cláramente desfavorable para los numantinos.
Se calcula que el ejército romano alcanzaría los 25.000 hombres, mientras
la población asediada se calcula en unos 8.000-10.000 hombres.
Durante el cerco de la ciudad, los
numantinos intentaron pedir ayuda y auxilio a la tribu vecina de los
arevacos, aunque no tuvieron éxito fracasando en sus negociaciones.
Después de sitiar Numancia durante ocho meses, la ciudad se rinde agotada
por el hambre y las dificultades. Algunos de los habitantes de Numancia
prefirieron darse muerte entre sí, antes que rendirse a los romanos.
De los rendidos Escipión se guardó 50 para que le acompañasen en su
triunfo a Roma y el resto los vendió como esclavos. También Escipión
castigó duramente a las ciudades cercanas que parecían colaboracionistas y
finalmente arrasó completamente la ciudad de Numancia, sin esperar la
decisión final del Senado. Una vez acabada esta campaña militar, Escipión
regresó a Italia donde le fue concedido el triunfo que celebró en Roma en
el año 132 a.C. La destrucción de Numancia terminó con las guerras
celtibéricas, que habían supuesto unos enormes gastos para el Estado
romano. Numancia que había sido arrasada permanecerá deshabitada hasta
co- mienzos del Imperio.
El asedio de Numancia, constituye uno de
los episodios más destacados de la presencia y conquista romana en el
interior de la Península Ibérica. Autores como Apiano se admiran del afán
de libertad de estas gentes y destacan el hecho de la importante
resistencia de este pueblo sobre las legiones romanas, con unos escasos
medios y posibilidades. También el historiador Floro considera que aunque
Numancia era inferior respecto a su poderío en relación con ciudades como
Cartago, Capua o Corintio, era equiparable a ellas por su fama y valor, ya
que con escasos medios resistió sola, durante once años ante un importante
ejército enviado por Roma.
En la actualidad, se conservan algunos vestigios de las construcciones, y
vías de esta ciudad romana, que se sitúan en un altozano a unos
kilómetros de la ciudad de Soria. La guerra de Numancia ha sido
estudiada en profundidad por el historiador y arqueólogo
alemán Adolfo Shulten. Su obra ha servido de base para todos los
análisis históricos posteriores que se han hecho en relación a este
tema.
Julián
Hurtado Aguña
Publicado:
20/11/2000 |