Olga Álvarez Herrero
Hablar
de celtibéricos nos obliga, de una u otra manera a aceptar la idea de que
hay tres corrientes culturales que forman el estrato en el que luego se
desarrollará tan fascinante cultura; a saber:
En
primer lugar, un sustrato local identificado con la cultura de Cogotas I
cuyas características principales son: Rito de inhumación, lugares de
culto en zonas abiertas, denominadas Nemeton, y cerámicas decoradas
incisas, excisas y Boquique.
Campos
de Urnas, con una penetración desde el NE y Valle del Ebro. Ritual de
cremación para los enterramientos. Introducción del hierro y aspectos
urbanos como son las casas adosadas a los muros defensivos, procesos de
jerarquización social.
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Fig.1:
Dibujo de fragmento cerámico
de
Boquique
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Elementos
mediterráneos a través de Tartessos que, al ser heredados por el mundo
ibérico éste lo transmite en sus contactos con el interior, tales como
el torno de alfarero, la escritura, pintura precocción, etc... |

Fig.
2. Dibujo perfil y decoración de cerámica
de
Boquique

Fig.
3. Tipología cerámica de la Cultura de
Las
Cogotas |
¿Qué
son todas estas influencias?, ¿en qué consisten estas culturas?, ¿qué
toma de ellas lo que luego llamaremos celtíberos?. Bien, vayamos por
partes: Situémonos por unos instantes en el Bronce Final, en la Meseta
Central, tierras abulenses en las que nos topamos con un yacimiento que da
nombre a toda una cultura: Las Cogotas. Esta cultura se caracteriza por hábitats
situados en zonas generalmente elevadas, dominando la llanura, aunque
también se localizan en la misma llanura, terrazas de los ríos, etc....
Lo primero que nos muestra tal descripción es la necesidad de defensa y
control (elevaciones dominantes) de las
vías de comunicación (idea sobradamente conocida en el mundo antiguo).
Bien, estos poblados nos ofrecen materiales que nos ayudan a conocer un
poco más esta fase cultural, pues nos hablan de la fabricación de
unas cerámicas muy peculiares, decoradas de forma excisa, incisa y la que
más destaca por su impronta personal, la llamada de Boquique,
peculiar técnica que consiste en hundir un punzón sobre la línea incisa; de este modo se consiguen decoraciones muy personales que hacen de
este tipo cerámico un fósil director altamente útil para seguir el
rastro de esta cultura.
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También
el color de estos objetos, oscuros o pardos, nos informan de la tecnología
utilizada: hornos cerrados en los que no se necesita mucha temperatura
(850ºC) y cuya cocción, al ser reductora, nos da estos tonos oscuros en
las pastas cerámicas, al contrario que los abiertos que, al tener una
cocción oxidante, nos proporcionan cerámicas claras.
En
cuanto a la metalurgia, poco podemos decir pues tenemos pocas piezas,
alguna fíbula de codo de tipo chipriota, hojas de puñales
tipo “Porto do Mos” y espadas de lengua de Carpa, puntas de
lanza, agujas, etc.... Sin embargo, estas formas nos invitan a un viaje
cronológico en el que en las primeras etapas vemos un influjo del Bronce
Atlántico, reflejado por ejemplo en el puñal tipo “Porto do Mos”.
Más
tarde, ya en el Bronce Final se dejan sentir contactos con el Suroeste de
la Península, por la aparición de objetos de gran difusión con la fíbula
de codo tipo chipriota o las
espadas de legua de carpa asociados a las aparecidas en el conocido depósito
de la Ría de Huelva. |

Fig. 4. Depósito votivo hallado en la Ría de Huelva
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Sobre
este estrato indígena va influyendo poco a poco al principio (S. VIII
a.C.), aunque está muy mal documentado en comparación con otras zonas, y
luego más rápidamente, una nueva concepción ideológica y unos nuevos
materiales cerámicos, hasta que en el s. VI a.C. vemos cómo esta nueva
cultura, denominada de Campos de Urnas, campa a sus anchas no sólo por la
Meseta, foco celtibérico posterior, sino por gran parte de la Península
Ibérica.
La introducción en la Península Ibérica de esta cultura, procedente de
Europa Centro-oriental, se produce a fines del II milenio a través del
paso de los Pirineos, extendiéndose en un primer momento por el noroeste
de la Península.
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Pero no será hasta la Edad del
Hierro cuando se produzca su expansión por la mayor parte del territorio
hispánico. Los cambios que se pueden asociar a estas gentes y en estos
momentos son profundos, tanto en materiales, como urbanismo como
ideología. Dentro de los materiales, lo más destacable es la introducción
de un nuevo tipo de metal: El Hierro. Nuevos tipos cerámicos que ya no se
decoran con incisiones y aparecen nuevas formas. |
En
el Hábitat vemos que de las chozas de planta oval, se pasa a una nueva
forma constructiva en la que las casas de planta rectangular se adosan al
muro defensivo. Pero el cambio más importante que se produce por estas
nuevas corrientes es de tipo ideológico en el que el rito de inhumación
del sustrato autóctono es paulatinamente abandonado a favor del de
cremación del difunto y su deposición en una urna, formando extensos
cementerios (de ahí su nombre).
Los
tipos cerámicos aparecidos en la Meseta, pintados de varios colores como
amarillo y rojo, así como el hallazgo de fíbulas de doble resorte, nos
indican que estas gentes llegan procedentes del Valle del Ebro, en el que
se sitúa la fase más avanzada de Campos de Urnas. |

Fig.
5. Tipología de la cultura de campos
de
Urnas |

Fig. 6 Necrópolis Tumular F de Serós |
Gentes
que, como ya hemos comentado, influyen y transforman el sustrato local
existente allanando y preparando el camino para la formación de una nueva
y brillante cultura tal como la celtibérica cuyos materiales, espadas de
antenas, cascos, corazas o bocados de caballos, nos invitan con
gran insistencia a ver su relación con esta zona del Valle del Ebro, a su
vez conectada con las corrientes celtas. |
Olga Álvarez Herrero
www.dearqueologia.com
BIBLIOGRAFÍA DE INTERÉS:
VV.AA.
(1989): Historia de España. Prehistoria. Volumen 1. Madrid
BARRIO,
J. (1992): Arte
Celtibérico. Cuadernos de Arte Hª. 16. Madrid
COLLIN,
H. (1989): La Edad del Hierro en Europa. Barcelona.
GONZÁLEZ-TABLAS,
F.J. La cultura de las Cogotas. R. Arqueología n. 11 Pp. 6 -
7. Madrid

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