
La relevancia
de la mujer en la cultura celtíbera es muy significativa. Como base
del sistema tribal y familiar eran, de alguna manera, el epicentro.
Sin dejar de lado su dedicación maternal, desempeñaban el papel de
guerreras cuando así lo requerían las circunstancias, o colaboraban
con los hombres en las faenas del campo y del ganado.
El tejo, es un árbol referencial de la cultura
celtíbera. Siempre verde, es de pequeño tamaño y de ramas casi
horizontales. Cuentan que de su fruto escarlata, del tamaño de una
cereza, tomaban los guerreros cuando, sintiéndose acosados,
preferían la muerte a caer en manos del enemigo. Era su veneno y así
se suicidaban.
Pero más allá de esto, cuando las mujeres
jóvenes, reservándose siempre la facultad de elegir varón, sentían
atracción por un hombre de la tribu, lo señalaban con discreción
haciéndole llegar un ramillete de hojas de tejo. Él, tendría la
posibilidad de acceder a los designios de la hembra.
Esta expresión ha llegado hasta nuestros días
de forma inconsciente, pero muy habitualmente recurrida por ambos
sexos.
NOTA: No es correcto utilizar la expresión
"tirar los tejos", que podría parecer otra cosa, ni recurrir al
chiste fácil, y casi bíblico, de que "la mujer ofrece al hombre
el fruto envenenado "...
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